¡Se pide ayuda para salvar a 12.000 cotorras en Madrid!


8 abril 2021

Los activistas que luchan por animales en España dan la voz de alarma por la masacre innecesaria de 12.000 cotorras en Madrid. El Ayuntamiento planea matar a la immensa mayoría de estas aves, alegando que representan una amenaza para los residentes, la biodiversidad y la salud pública. Se trata de puras acusaciones falsas según los grupos locales de bienestar animal, que exigen un manejo ético de la población de cotorras en una petición que hasta la fecha ya halogrado casi 50.000 firmas. “Detén este exterminio. ¡Las cotorras nos necesitan más que nunca! " El partido político español en lucha por los derechos de los animales, PACMA, también ha hecho campaña para evitar la matanza.

Laura Duarte, líder del Partido Animalista - PACMA y candidata en Madrid en las próximas elecciones autonómicas (4 de mayo de 2021).

Diferentes organizaciones de bienestar animal, como PACMA, se han resistido fuertemente a la decisión del Ayuntamiento de Madrid de capturar para gasear o disparar a 12.000 cotorras, desde el anuncio de la terrible decisión a principios del año pasado. Aún así, el Ayuntamiento se niega a escuchar sus argumentos y recientemente ha elegido una empresa privada para llevar a cabo la matanza (presupuesto fijado: más de 2,4 millones de euros).

Según el Ayuntamiento, las cotorras son una "especie invasora", suponen un problema para los habitantes de las ciudades por su ruido "inaceptable" y ponen en riesgo la seguridad con sus grandes nidos comunales, que podrían caer de las ramas. Además, se acusa a las aves de provocar la disminución de gorriones en la ciudad y de transmitir enfermedades. Como señalan los proteccionistas animales locales, ninguno de estos "problemas" ha sido probado o justificado de ninguna manera.

Alegatos sin evidencia
La disminución de gorriones no ha sido relacionado científicamente con la presencia de cotorras, sino con la contaminación del aire y la luz, con la falta de áreas verdes y facilidades para anidar en los edificios, y con el cambio climático que aumenta la prevalencia de un mosquito que transmite el parásito de la malaria aviar. En segundo lugar, respecto a la posible transmisión de enfermedades, la principal que podrían propagar las cotorras es la chlamydia psittacii, que no se ha detectado en estas aves silvestres, mientras que es común en los loros criados en cautiverio y vendidos como mascotas. Además, no se han reportado ningún incidente de caída de nidos y el peligro potencial podría prevenirse fácilmente. En lo que respecta a la denuncia de contaminación acústica: las aves duermen por la noche y el ruido del tráfico es un problema mucho mayor, según los proteccionistas de los animales.

La gestión ética de un "problema" creado por el hombre
Las organizaciones de bienestar animal y el Partido Animalista - PACMA argumentan que existen alternativas humanitarias para controlar la población de cotorras sin tener que matar ningún animal, como lo es la esterilización de los machos y la prevención de la eclosión de los huevos. Según PACMA y los informes veterinarios presentados al Ayuntamiento madrileño, tales medidas también son más económicas y más efectivas a medio y largo plazo.

En un nivel más fundamental, quienes defenden a los animales argumentan que no es ético culpar a estos animales y hacerlos sufrir por algo que hicieron los humanos. Después de todo, las cotorras fueron desplazadas de su lugar de origen para el placer de los humanos. Desde finales de la década de 1980 en adelante, se capturaron grandes cantidades de estas aves silvestres en Argentina, Uruguay, Pakistán y Senegal y se vendieron como "mascotas exóticas" en España y en otros lugares bajo la CITES (Convention of International Trade in Endangered Species of Wild Fauna and Flora). Al no cumplir las expectativas de ventas, muchos fueron liberados por sus minoristas, otros escaparon o fueron liberados una vez que sus dueños se aburrieron de ellos. Gracias a su capacidad de adaptarse a su nuevo entorno, las aves sobrevivieron y se reprodujeron.

“Estas aves han estado viviendo en armonía en nuestras ciudades desde hace décadas y no es justo que sean exterminadas, sobre todo si no se justifica ninguna de las razones dadas para ello. Estas aves sienten dolor y emociones y tienen derecho a vivir en libertad y de acuerdo con sus propios intereses ”, afirman los proteccionistas de los animales.

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